Dios, Antillanca y los Ángeles muestran el inicio del sendero al caminante
por Luis Hernán Cornejo
Montes (nano)
Era el año 1979 o
1980 cuando ya mi mente estaba menos en la Universidad, comenzaba a
abrirse ante mí el desafío de la familia. El profesor se dirigió a
nosotros y habló : deberán hacer la práctica en Viña del Mar, en
el Gimnasio del Sporting, con unos niños de básica mediante un
convenio de la Universidad con Digeder. El lugar era muy especial,
totalmente natural, donde corren los mejores pingos del país y está
abierto al público… hacia el interior de la pista de carreras hay
innumerables canchas de fútbol extensos pastizales bien mantenidos
donde los niños familias y estudiantes, realizan agradables tardes
recreativas incluso, con asados y esas cosas. A un costado hacia la
calle 1 Norte estaba el Gimnasio, una mole bastante bien
mantenida.
Debía presentarme un
día martes a las 15:00 Horas para “Tomar” a los Angelitos…
Eran niños vulnerables del entorno, bajaban de los cerros cercanos
“Forestal”, “Villa Dulce”, ”Miraflores Alto”, entre 9 y
10 años muy inquietos, de aspecto delgado saludable, con vestimentas
simples de esas que se compran en la ferias o en la calles. Un
aspecto positivo , eran muy entusiastas y mantenían un respeto
relativo frente al novel profesor… a medida que avanzábamos,
recibíamos dos veces a la semana, la presencia del profesor
supervisor observando todo mi proceder que al principio me puso muy
nervioso, con el paso de las sesiones se hizo más llevadero hasta el
punto de hacerse invisible su presencia.
Los ángeles
fueron avanzando en las lecciones de básquetbol y llegaron a tener
cierto dominio de las habilidades, no faltaban a las clases pero si
existía un detalle ,uno de ellos Antillanca llegaba siempre
atrasado, lo que provocaba en mí cierta incomodidad, era un niño
pequeño un poco fornido de caminar y correr seguro, y como esto se
repetía un día cualquiera lo abordé en un lugar reservado y le
dije “Antillanca yo necesito hablar con Usted” a lo que él
respondió “ yo también profesor”, bueno dije hable usted
primero … profesor mis padres trabajan los dos, se van muy temprano
al trabajo en la mañana por lo tanto yo debo levantar a mis dos
hermanos pequeños darles desayuno y luego llevarlos a la escuela …
al mediodía cuando yo salgo de la escuela debo ir a buscar a mis
hermanos, llevarlos a la casa donde les sirvo su almuerzo que deja
preparado mi madre en la noche … luego de eso debo realizar el aseo
de la casa … a veces me siento en el sillón y me quedo dormido …
por eso me atraso en llegar … usted que quería decirme ?.. Bueno
la verdad es que lo olvidé , vaya a jugar con sus compañeros
Antillanca.
Los días pasaron, la
primavera nos acompañó Octubre y Noviembre los niños corrían tras
el balón y la vida acariciaba a esos ángeles pequeños
entregándoles la felicidad de jugar y tener alguien que se
preocupara de ellos, al menos dos veces a la semana con momentos que
eran sin duda muy intensos … hasta que llegó el momento de
terminar nuestro trabajo, por esos días otro alumno en práctica
también trabajaba con un grupo de alumnos que eran notoriamente
mayores que los míos y me planteó la idea de jugar un partido
amistoso entre los dos grupos como camaradería a lo yo me opuse,
puesto que los otros eran muy grandes y podía ocurrir que los
ángeles resultaran incomodados por el resultado que podría llegar
a ser abultado.
Una vez en el camarín
los ángeles me abordaron “profesor juguemos”, “profesor
si lo haremos bien… ya aprendimos”, “ellos son grandes
pero malos “, “por favor… “… Está bien, pero debe
quedar muy claro que solo es un encuentro de amistad y el resultado
no debería ser tema, por favor que quede muy claro. Dentro de mí
los temores eran terroríficos los ángeles eran muy pequeños,
ya había dicho que si … no había nada que hacer solo prepararlos
para la derrota y consolarlos.
Comenzó el partido, se
notó desde un comienzo la diferencia física de los grandes,
dominaban las acciones deportivas jugaban mejor que los angelitos,
pero en una jugada genial Antillanca se mueve muy rápido y
convierte, los ángeles ganaban 2 por 0, el equipo grande se sintió
tocado, los ángeles comenzaron a correr y a recuperar balones yo
comienzo a gritar, “entregue el balón”, “juegue con sus
compañeros”, “corran”, ”bajen”, “suban”, “vamos
adelante … lance”, nuevamente los ángeles debajo del aro
lanzan y convierten 4 por 0, viene el descanso yo transformado ya,
no era el entrenador que esperaba la derrota, los alentaba a cuidar
el resultado a luchar por lo conseguido y ellos estaban inspirados,
lo único que querían era que continuara el partido para terminar de
someterlos. Ultimo tiempo y los ángeles juegan como ellos mismos y
terminan ganando 6 por 0. Cuando nos fuimos al camarín iban felices,
“profe no le decíamos que eran malos “,” profe sabíamos
que ganaríamos” … Antillanca era el único sereno, se desprendió
de su camiseta, se cambió sin decir una palabra… Antillanca ya era
un ganador… Le ganaba todos los días a la vida.
Los hice callar para
que me escucharan y les hablé… Pensé que venía enseñarles y me
llevo la sorpresa que ustedes me enseñan a mí … gracias por eso …
he aprendido con ustedes que no existe nada imposible… y que si en
la vida ustedes llevan ese predicamento y yo también, no nos puede
ir mal … en ese momento alguien golpeó la puerta …. Eran
nuestros contendores querían la revancha…. Antillanca y yo
dijimos no!… el gusto que tenemos debe durar para siempre…
Después continué…
ahora debemos separarnos, mi trabajo con ustedes terminó, escuché
un murmullo, vi unos ojos húmedos de lágrimas… hablaron esos
ojos… por qué tiene que ser así… Seguí hablando…
nunca los olvidaré! estarán siempre conmigo! los llevaré conmigo
hasta que muera…!
Pasaron
muchos años mis hijos ya tenían los años que tenían los ángeles
cuando los conocí… viajaba en un microbús por el centro de Viña
del Mar… al pasar por un paradero observé el rostro de un joven de
unos 20 años que me trajo recuerdos, me bajé rápido y corrí al
paradero donde ví al muchacho, lo tomé del brazo y pregunté
Antillanca,?.. Lo siento está equivocado no soy esa persona…
disculpe lo confundí… me fui caminando en el atardecer por la
calle llena de hojas, las luces se habían encendido y la tenue luz
natural que quedaba, jugaba con las luces artificiales en perfecta
concordancia… subí el cuello de mi chaqueta y con la manos en los
bolsillos mientras caminaba… pensé… si esos ángeles tienen el
temple con el que los conocí, sin duda están bien… en cualquier
lugar…
Cuando iniciaba mi
carrera unos mocosos me enseñaron el camino por donde debía
transitar… Tomé ese camino hasta hoy… he tratado de estar a la
altura de ese inmenso desafío, estoy por llegar al final del sendero
y cuando miro hacia atrás veo a los ángeles con Antillanca
agradecidos con una sonrisa en sus rostros… y también alguna
lágrima…
He trabajado todos
estos años con ángeles con comprensión, afecto y respeto hacia
ellos… sin Olimpia no podría haberlo hecho…. Gracias…